jueves, 21 de febrero de 2013

AGRUPÉMONOS TODOS ( EN LA BARRA DEL BAR ).

El alcalde de Valladolid ha criticado que ciertos actores ( y todos sabemos quiénes son ), sean partidarios de la causa palestina, y, sin embargo, alquilen una planta del hospital Mont Sinaí, hospital judío por excelencia. La derecha siempre ha criticado que la izquierda quiera vivir como ellos, sin darse cuenta que la ideología es fuerte, pero la carne es débil. Personalmente, creo que son las contradicciones del ser humano, como las del sistema, lo que nos hace pensar una cosa y hacer otra. Soy partidario de la independencia de Tíbet, pero no se me ocurriría en la vida operarme de cataratas o de fimosis en un hospital de Lhasa, salvo que me jugara a la ruleta rusa quedar como Rompetechos o una lagartija sin rabo. Considero necesario y justo pagar impuestos, pero me entra mala rabia cada vez que me suben el IBI y no el sueldo. Amo la música casi por encima de todas las cosas, aunque me vuelvo furibundo partidario de la pena de muerte cuando escucho a Mocedades.
Las contradicciones, en sí mismas, no son malas. Y la derecha, históricamente, no puede dar lecciones de coherencia moral, no vaya a ser que saquemos a algunos empresarios que decían que hay que trabajar más y pagar menos, o a algunos que decían que el aborto era un asesinato mientras sus hijas abortaban en Londres.
En cualquier caso, en un excelente artículo ,"A las mariscadas", David Torres decía que el actual PSOE de perro-flautas y edulcorado, había cambiado su lema revolucionario , "de las barricadas a las mariscadas". No sabe que todo es parte de la contradicción global que afecta desde los gerifaltes del FMI hasta el último bosquimano de Swazilandia.No se da cuenta que lo mejor , como dice Rajoy, es no tomar una decisión, que también es tomar una decisión. El ser y la nada. La noche y el día. Todos somos contradictorios y efímeros. Y el único himno que podemos cantar es "Agrupémonos todos en la barra del bar". Ahí desaparecen las contradicciones, y uno, que no pertenece a ningún partido, excepto al de los "corazones partíos", abraza y besa a los de  derechas y de izquierdas por igual. Y que investiguen en Suiza quién paga la mariscada.

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