viernes, 8 de marzo de 2013

GUASA


Que los adolescentes flipen con las nuevas tecnologías, hasta cierto límite cabe dentro de lo razonable. Ahora bien, que cuarentones y cincuentones estén todo el día con el "whatsapp" (guasa", a partir de ahora ), parece patético. Da igual la condición social, hombres o mujeres, continuamente se mandan "guasas", porque es gratis, porque intercambian información, porque no tienen otra cosa que hacer. Un buen amigo mío raya lo deleznable: queda contigo en un bar, monta su chiringuito informático (móviles,tabletas...), y departe contigo como si tu no estuvieras. Ahora pongo un mensaje, ahora escucha esta canción que me he bajado, ahora me llaman... Total, que en vez de hablar conmigo me da la sensación que habla con cien (y con ninguno) a la vez.
       Gente sin ningún tipo de formación se cree muy importante porque sabe cuatro tonterías de informática, gente que no ha leído en su vida a Dante o Góngora vacilan de su iphone como si lo hubieran inventado ellos, gente robotizada y estúpida va contando su vida a grito pelado en la calle, en el hospital, en el restaurante, a través de su dichoso móvil. Con esto no quiero decir que esté en contra de las nuevas tecnologías. Mi madre se empeñó hace años en que me comprara un móvil, y cuando le pregunté la razón me dijo que era "para estar localizado" (cuando precisamente yo quería todo lo contrario).
       Lo que quiero decir es que estoy harto de la nueva esclavitud que supone vivir pendiente de artilugios que te comunican y que Fulanito o Menganita sean admirados porque tienen miles de seguidores en Twitter o Facebook y no saben hacer la "o" con un canuto. Que me importa un bledo que mi compañero de trabajo reserve una habitación en Marbella o tener que tragarme la música de Canela en el autobús o el metro. Que no quiero tener un millón de amigos como cantaba Roberto Carlos para cantar con más fuerza. Que no soy ningún prehistórico, pero prefiero escribir con pluma mis cartas antes que enviar "whatsapp" para decir lo mismo de lo mismo y que me los borren
porque no hay espacio ( a fin de cuentas, las cartas se queman, queda más romántico).
       Que cuarentones o cincuentones estén enganchados a los cacharros de última generación sólo responde al tedio o a que no trabajan. Yo no quiero leer libros digitales ni leer la vida a través de una pantalla. Prefiero mil veces tocar un libro, pasar sus páginas con manchas de café o lágrimas, y
ver, tocar, palpar, en carne y hueso, a los seres humanos que quiero (que no somos androides) y decirles: "Hoy estoy de guasa".

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